Modelo de Industrialización por Sustitución
de Importaciones (ISI)
Periodo de tiempo
1930-1970
Características
El
período de tiempo que se circunscribe bajo este modelo es muy extenso y diverso
pero tiene como principal generalidad una orientación del crecimiento económico
asentado en el fortalecimiento y desarrollo tanto del mercado interno como de
la industria nacional.
El
inicio del modelo ISI se fija tras la crisis económica global que se produjo en
1929 a partir de la crisis de sobreproducción de la economía norteamericana que
afectó a todo el mundo capitalista. Sus principales efectos fueron una severa
deflación, restricciones monetarias, baja de precios y salarios, desocupación y
retroceso de la actividad económica. Este acontecimiento no sólo tuvo profundos
impactos socioeconómicos sino que también activó debates en torno a los
proyectos de desarrollo viables y preferibles. Frente a los fracasos de las
medidas liberales tradicionales comenzaron a ensayarse políticas
económico-sociales de nuevo cuño que otorgaron más protagonismo al Estado a
partir de políticas activas que impulsaban un crecimiento de la demanda, de las
cuales el pensamiento keynesiano y el modelo del “New Deal” norteamericano
durante la presidencia de F. D. Roosevelt (1933-1945) fueron sus ejemplos más
acabados.
La
recuperación económica que se dio en la posguerra a partir de estas nuevas
políticas intensificaron la transición hacia la hegemonía global norteamericana
que se consolidó a partir de la Segunda Guerra Mundial. Tras el conflicto,
Estados Unidos era la única economía central que no había sufrido mayores
impactos en su infraestructura al contrario de los países europeos que habían
sufrido la devastación de la guerra. Esta nueva situación se institucionalizó a
partir de dos caminos. Por un lado, con la firma de los acuerdos de Bretton
Woods se creó el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento que cristalizaron la transición monetario global del
antiguo patrón oro al dólar. Por el otro, el Plan Marshall iniciado en 1948
consistió en la concesión por parte de EE.UU. de cuantiosas ayudas económicas a
los países afectados por la guerra como una estrategia para detener el avance
de los proyectos comunistas que también habían salido victoriosos de la Guerra
aunque mucho más afectados social y económicamente. Además, la hegemonía norteamericana no sólo
se expresó en estos niveles estatales sino también en una creciente extensión
de las pautas de consumo norteamericanas devenidas en modelo de desarrollo.[1]
En
el caso de Argentina, el “crack” del 29 dejó en evidencia, una vez más, la
vulnerabilidad externa del país frente a la caída de los precios de los
productos primarios, la contracción del comercio mundial y la retracción del
flujo de capitales desde los países centrales (principalmente EE.UU.). A
diferencia de lo ocurrido con otras crisis, se desarrollaron, con diversos
niveles de planificación, otras medidas económicas que llevaron al
fortalecimiento del mercado interno y la industria nacional. Dentro de lo del
período ISI pueden reconocerse al menos tres etapas:
- Primera etapa: la misma se inicia con
la crisis del Modelo Agroexportador e
incluye los primeros intentos de industrialización y políticas proteccionistas
que tuvieron lugar entre 1930 y 1943/45. Frente al escenario crítico de la
década de 1930 aparecieron instancias de regulación estatal de diversos
sectores económicos entre los que se destacaron la Junta Nacional de Carnes y
la de Granos que fijaban precios mínimos, cuotas de producción, etc. Además se
desarrollaron y fortalecieron las primeras empresas estatales y se expandieron
las industrias nacionales enfocadas a los bienes básicos de consumo (alimentos
y textiles), la industria metalúrgica liviana y aquellas que utilizaban insumos
locales. Subsidiaria de una época crítica, esta industrialización tuvo como
problema el retraso relativo de la tecnología utilizada plasmado en la
antigüedad de las maquinarias lo cual impactó en los niveles de productividad.
En
términos políticos, el período estuvo casi completamente hegemonizado por
gobiernos de corte conservador que se sucedieron a lo largo de la década de
1930. La práctica del fraude, los períodos de proscripción de la Unión Cívica
Radical y los resonantes casos de corrupción le otorgaron a ese lapso el mote
de la “Década infame”. En paralelo a este escenario político restringido, el
proceso de urbanización producto de las migraciones internas y la extensión de
diversas corrientes ideológicas obreristas permitieron el fortalecimiento del
movimiento obrero.
- Segunda etapa: este período comprende
los años de ascenso y consolidación del peronismo y va desde 1945 a 1955. En
términos económicos podemos afirmar que se trató de un modelo ISI asentado en
la planificación estatal, en donde el fortalecimiento y la extensión de la
industria nacional se convierte en política de Estado. Este hecho se evidenció
en la formalización de la planificación de la economía través de los planes
quinquenales que se extendieron entre 1947-1951 y el que hubiese tenido lugar
entre 1952 y 1957 pero fue interrumpido por el derrocamiento de Perón en 1955.
En términos generales, el Estado asumió un papel más activo en la intervención
de la economía y en el impulso de la demanda a partir de la creación y el
fortalecimiento de empresas públicas (por ejemplo Gas del Estado, Flota
Mercante Argentina) y la mejora del consumo de los sectores populares a partir
de un aumento del salario real, de las prestaciones sociales del Estado y de la
legislación laboral.
En
términos políticos, el acontecimiento más marcado es la aparición del peronismo
en el esquema partidario de Argentina. En 1943 un golpe militar derrocó a Ramón
Castillo finalizando con la sucesión de gobiernos conservadores. A partir de
ese año en el gobierno militar comienza a tomar cada vez más relevancia la
figura de Juan Domingo Perón que desde diversos puestos públicos, entre los que
se destaca la Secretaría de Trabajo y Previsión, llevó adelante medidas que
impulsaron la mejora de los salarios; la extensión de los convenios colectivos
de trabajo; el establecimiento de salarios mínimos, indemnizaciones por
accidente y, aguinaldo; la extensión del sistema jubilatorio; la regulación de
la condiciones de trabajo sectoriales como en el caso del Estatuto del Peón,
etc. Este tipo de medidas le permitió alcanzar una importante popularidad entre
los sectores trabajadores que se sumaba a la creciente influencia en los sectores
sindicales basado en una combinación de negociación y alianza con algunas
tendencias e intervención y debilitamiento de otras.
En
términos sociales, la extensión de los sectores populares urbanos tuvo su
apogeo a partir de las migraciones internas desde el interior de la provincia
de Buenos Aires, el Noroeste y Noreste del país al Gran Buenos Aires atraídos
por las posibilidades de empleo y las mejores condiciones de vida.
En
junio de 1946 Perón asume la presidencia tras el triunfo electoral dando inicio
a su primer mandato. En líneas generales, este período se caracterizó por el
impulso a la industria nacional, la mejora de los términos del intercambio, la
redistribución sectorial del ingreso, la expansión del Estado como proveedor de
servicios (cuyo ejemplo emblemático fue la nacionalización de los
ferrocarriles). Entre finales de la década del 40 y comienzos de la siguiente,
se extendió una nueva crisis económica a raíz de la caída de los precios agropecuarios mundiales
que se combinaron con el estancamiento de la producción pampeana que
contrastaba con la expansión de las agroindustrias regionales orientadas al
mercado interno como el azúcar, la vid, el algodón, etc. En este contexto, la
política económica tuvo profundos cambios y con la reelección de Perón en 1952
se presentó un nuevo Plan Quinquenal que buscó impulsar las inversiones
extranjeras orientadas a las industrias pesadas y el sector petrolero (se
radicaron en el periodo las empresas Kaiser, Fiat, Mercedes Benz, Siemens,
Bayer, y la Standard Oil firmó acuerdos de producción de hidrocarburos con
YPF), dinamizar y modernizar el sector agropecuario, reorientando el ingreso a
su favor con el IAPI y la fijación de un tipo de cambio más satisfactorio para
el sector. Asimismo, se intentó poner en marcha una política de austeridad que
afectó las mejoras obtenidas por los sectores populares. En paralelo, desde
comienzos de la década de 1950 habían proliferado sectores antiperonistas
violentos tanto en las fuerzas políticas partidarias como entre los militares
que fueron desplegando diversas acciones cuyo cenit fue el bombardeo a la Plaza
de Mayo junio de 1955 que tuvo como saldo 364 muertos y centenares de heridos.
A partir de allí comenzó una escalada de violencia política entre ambos
sectores que culminó con el golpe de estado del 21 de septiembre de 1955 y la
proscripciòn del peronismo, hecho que marcó a fuego la dinámica política
argentina de la tercera etapa.
- Tercera etapa: los 20 años que se
extienden desde 1955 a 1976 tuvieron una fuerte heterogeneidad tanto en las
tendencias políticas como en las formas de acceso al poder por la creciente
influencia de las Fuerzas Armadas a través de los golpes de estado o la
injerencia directa en las políticas públicas. A los objetivos de este trabajo
nos interesa rescatar la tendencia económica comprendida bajo el concepto de
Desarrollismo que tiene como premisa fundamental extender el proyecto de
industrialización por sustitución de importaciones hacia la industria pesada y
la producción de bienes de capital. Como fue adelantado en el segundo gobierno
de Perón, estos proyectos de desarrollo de la industria pesada fueron pensados
a partir de una creciente participación de la inversión extranjera a través de
subsidiarias de empresas extranjeras que buscaban expandir sus mercados y
exportar tecnologías obsoletas en sus economías de origen. La industria de base
desarrollada fue: acero, petroquímica, metalmecánica, automotriz, máquinas,
herramientas, generación de energía, etc. En líneas generales, algunos de estos
objetivos se cumplieron y se generó una importante diversificación,
modernización e innovación de la economía, pero hacia el final del período se
canalizaron las inversiones hacia la especulación financiera y la adquisición
de empresas que ya se encontraban instaladas en el país, generándose un proceso
de concentración oligopólica sin precedente en la actividad industrial.
En
términos sociales, la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores en
los años anteriores consolidó un modelo de crecimiento incluyente,
caracterizado por la extensión del proceso de urbanización, la concentración de
la mano de obra y la mejora de las condiciones de vida al menos durante gran
parte del segundo y tercer período.
Política
comercial y sector externo
En
la primera etapa del modelo ISI, se hizo evidente incluso para las elites
tradicionales la imposibilidad de sostener la política librecambista. En este
contexto, una de las salidas fue la negociación y suscripción de diversos
acuerdos bilaterales de comercio entre los que se destaca el firmado con Gran
Bretaña conocido como Roca-Runciman, pero también se realizaron negociaciones
similares con otros países europeos y latinoamericanos. El objetivo de los
mismos era lograr el sostenimiento de la exportaciones primarias a partir de la
manutención de mercados tradicionales o el ingreso a algunos nuevos.
En
paralelo, entre 1930 y 1940 se produjo una proliferación de organismos
estatales de regulación (se crearon cerca de 50 en dicha década) entre los que
se destacan la Junta Nacional de Carnes y la Junta Nacional de Granos creadas
en 1933. Al igual que otros organismos, su función era asegurar precios mínimos
a los productores y mediar en la relación entre los precios internos y
externos.
A
partir de la Segunda Guerra Mundial, Argentina logró revertir los impactos de
la negativos del triángulo con Gran Bretaña y EE.UU. pues mantuvo la provisión
de alimentos y materias primas al país europeo a cambio del depósito en libras
de los pagos en Londres, mientras que la orientación de la economía británica
al esfuerzo bélico redujo profundamente el flujo de bienes hacia la Argentina
los cuales fueron reemplazados por otros producidos en el país. Sin embargo, la
situación no cambió el balance comercial negativo con EE.UU. que sólo mejoró
mientras el país del norte participó activamente en la guerra. Por su parte,
con las restricciones en los fletes que tuvieron los cereales por la
utilización de los barcos en la guerra se reorientaron parte de las ventas
hacia los países vecinos, principalmente Brasil, que conformaron una parte
importante de la demanda en esos años. Por su parte la dificultad de conseguir
bienes de capital impidió que la industria se modernizara a medida que crecía.
Tras la finalización de la guerra, la Argentina sufrió una fuerte reprimenda
económica por parte de las potencias aliadas (principalmente EE.UU.) a raíz de
su neutralidad que sirvió de argumento para dejar fuera al país del Plan
Marshall, el ambicioso proyecto de reconstrucción de la Europa devastada por la
guerra.
Durante
la segunda etapa (1945-1955), se realizó un diagnóstico de las capacidades
productivas y comerciales del país para desarrollar una política industrialista
que solucionara los “cuellos de botella” que se producían por el intercambio. Para
ello se fortaleció el peso económico del mercado interno gracias a diversas
políticas públicas pero nuevamente esta situación generó un crecimiento de las
importaciones ya no de artículos de consumo sino de bienes de capital, más
onerosos y lentos para generar retornos. Por su parte, el sector agropecuario
continuó siendo la principal fuente de divisas frente a lo cual el Estado
encaró reformas novedosas como la creación del Instituto Argentino para la
Promoción del Intercambio que concentraba el comercio de productos
agropecuarios (principalmente granarios) y las importaciones esenciales. Este
andamiaje institucional permitió la redistribución de los ingresos desde la
producción agropecuaria a otros sectores de la economía y desde los sectores
más favorecidos a las clases trabajadoras a partir del sostenimiento de precios
relativamente baratos para los productos alimentarios. En términos del balance
de pagos, existía un importante saldo de libras esterlinas a favor de Argentina
que estaban congeladas en Londres por los problemas económicos de Gran Bretaña
durante la guerra. Luego de diversas negociaciones se decidió utilizar ese
dinero para nacionalizar los servicios públicos (trenes, agua, electricidad,
etc.) y repatriar deuda externa. Estas medidas y el aumento de las
importaciones generaron una importante presión hacia la salida de divisas y la
caída de las reservas en la cuenta capital que se hizo manifiesta en 1952. La
crisis de esos años combinó una contracción de las importaciones y
exportaciones, el debilitamiento de la expansión industrial y estancamiento de
la producción agropecuaria, la exclusión de Argentina de los mercados
beneficiados por el Plan Marshall y el hecho de que el aumento del consumo
interno también retrajo los márgenes exportables. Como mencionamos
anteriormente, frente a esta situación se llevó adelante una serie de políticas
(dentro de las cuales puede incluirse el Plan de emergencia y Segundo plan
quinquenal) que buscaron estimular la producción agropecuaria de exportación,
promover los préstamos e inversiones externas, extender los acuerdos
bilaterales.
Finalmente,
la tercera etapa (1955-1976) presenció un rápido de desarrollo de las
industrias básicas y petróleo a partir de inversiones externas e inversión
interna por ahorro de las clases altas. Para ello se expandieron las
inversiones (⅔ de la Inversión Extranjera Directa fue hacia bienes de capital y
fondos líquidos de corto plazo) pero las exportaciones se mantuvieron estables
por lo que hubo profundos déficit de la balanza comercial que se cubrieron con
deuda externa. A pesar de algunos esfuerzos por impulsar la modernización del
sector agropecuario (como fue la creación del Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria en 1956), las exportaciones quedaban por fuera de los planes
desarrollistas. El crecimiento de la deuda externa fue uno de los problemas
centrales del período y la incorporación de Argentina al Fondo Monetario
Internacional y al Banco Mundial mostró sus primeros impactos en la política
nacional. Durante el gobierno de Frondizi (1958-1962) se intentó avanzar con
medidas desarrollistas pero la necesidad de divisas generó un contexto de
debilidad del gobierno al momento de negociar con los organismos
internacionales. Fiel a su doctrina presionaron por eliminar las medias que
regulaban el sector externo y en el contexto de demanda de inversiones ello
implicó continuar con los déficit de la balanza comercial debido al aumento de
las importaciones de bienes de capital. Sin embargo, se obtuvieron algunos
avances principalmente en la producción interna de combustibles (que redujo su
peso en las importaciones) y automóviles a partir de la expansión de la
inversión extranjera y el PBI creció en el país durante toda la presidencia de
Frondizi a una tasa promedio cercana al 3% (incluyendo la abrupta caída de
1959) y logró reducir el déficit fiscal a partir de la reducción del gasto
público. Las tensiones sociales producto de la proscripción del peronismo y
algunas consecuencias de los ajustes llevaron al derrocamiento de Frondizi y la
alternancia entre medidas económicas ortodoxas y heterodoxas pero todas ellas
debieron sufrir los impactos de las crisis externas sobre la balanza comercial.
Finalmente, la tercera presidencia de Perón (1973-76) tampoco estuvo exenta de
esta tendencia y tras un primer año (1973) con alto superávit comercial por los
altos precios y producción de la carne y los cereales, el sector externo
comenzó a experimentar los impactos de la crisis global ocasionada por la suba
del petróleo crudo desde 1973. Esta situación generó una suba del precio de las
importaciones y una caída de las exportaciones hacia los países más
industrializados.
Balanza
Comercial Argentina. Años 1930-1976
Años
|
Exportación
|
Importación
|
Saldo
|
|
Miles de US$ corrientes
|
||||
1930
|
509.380
|
613.139
|
-103.759
|
|
1931
|
420.751
|
339.249
|
81.503
|
|
1932
|
331.054
|
214.987
|
116.067
|
|
1933
|
346.997
|
277.740
|
69.257
|
|
1934
|
467.013
|
318.023
|
148.990
|
|
1935
|
498.190
|
332.861
|
165.329
|
|
1936
|
537.565
|
323.681
|
213.884
|
|
1937
|
755.229
|
479.292
|
275.936
|
|
1938
|
437.505
|
427.160
|
10.345
|
|
1939
|
464.063
|
346.001
|
118.062
|
|
1940
|
408.948
|
377.901
|
31.047
|
|
1941
|
412.337
|
322.225
|
90.112
|
|
1942
|
491.202
|
319.309
|
171.893
|
|
1943
|
601.114
|
239.281
|
361.834
|
|
1944
|
658.234
|
256.745
|
401.488
|
|
1945
|
723.782
|
294.910
|
428.872
|
|
1946
|
1.159.338
|
588.073
|
571.265
|
|
1947
|
1.611.985
|
1.340.484
|
271.501
|
|
1948
|
1.628.975
|
1.561.490
|
67.484
|
|
1949
|
1.043.469
|
1.179.597
|
-136.128
|
|
1950
|
1.177.535
|
964.214
|
213.322
|
|
1951
|
1.169.441
|
1.480.220
|
-310.779
|
|
1952
|
687.813
|
1.179.335
|
-491.522
|
|
1953
|
1.125.147
|
795.138
|
330.009
|
|
1954
|
1.026.638
|
979.001
|
47.637
|
|
1955
|
928.595
|
1.172.590
|
-243.995
|
|
1956
|
943.753
|
1.127.579
|
-183.826
|
|
1957
|
974.821
|
1.310.443
|
-335.622
|
|
1958
|
993.919
|
1.232.633
|
-238.714
|
|
1959
|
1.008.952
|
993.019
|
15.933
|
|
1960
|
1.079.155
|
1.249.273
|
-170.118
|
|
1961
|
964.116
|
1.460.379
|
-496.263
|
|
1962
|
1.216.028
|
1.356.502
|
-140.474
|
|
1963
|
1.365.086
|
980.677
|
384.409
|
|
1964
|
1.410.350
|
1.077.164
|
333.186
|
|
1965
|
1.493.409
|
1.198.551
|
294.858
|
|
1966
|
1.593.242
|
1.124.306
|
468.936
|
|
1967
|
1.464.529
|
1.095.542
|
368.987
|
|
1968
|
1.367.865
|
1.169.189
|
198.676
|
|
1969
|
1.612.079
|
1.576.091
|
35.988
|
|
1970
|
1.773.167
|
1.694.042
|
79.125
|
|
1971
|
1.740.348
|
1.868.067
|
-127.719
|
|
1972
|
1.941.098
|
1.904.682
|
36.416
|
|
1973
|
3.266.003
|
2.235.331
|
1.030.672
|
|
1974
|
3.930.702
|
3.634.918
|
295.784
|
|
1975
|
2.961.264
|
3.946.501
|
-985.237
|
|
1976
|
3.916.058
|
3.033.004
|
883.054
|
Fuente:
INDEC.
En
síntesis, durante la mayoría del modelo ISI hubo una política comercial
proteccionista asentada en el mercado interno. Se pasó de que entre el 25 y el
30% de toda la producción se destinara a la exportación a que ese número cayera
al 10%. Además cerca del 70% de las manufacturas totales consumidas eran
producidas en el país (en 1920 ese valor llegaba apenas al 42%), lográndose el
autoabastecimiento en los productos industriales de consumo, incluidos los
durables y automotores.
Cuadro 1: Composición de
las importaciones (%)
1925-29
|
Fines de los 60’s
|
|
Bienes
de consumo
|
37
|
4
|
Combustibles
|
5
|
5
|
bienes
intermedios
|
36
|
69
|
Bienes
de capital
|
22
|
19
|
Fuente:
Ferrer, 2006, p. 259.
A
pesar del crecimiento industrial, el agro continuó siendo la mayor fuente de
exportaciones con una relación de 25% a 75% en relación a la industria, y llegó
a representar el 90% de las exportaciones si se consideran las manufacturas de
origen industrial. En paralelo, la industria demandaba el 75% de las
importaciones y sólo contribuía con el 25% de las exportaciones. Si frente a
este contexto aceptamos la hipótesis de que existe una tendencia global a la
caída de la demanda de los alimentos, por la mejora en las condiciones
económicas de gran parte de la población, y de las materias primas por el
desarrollo de materiales sintéticos y mayor eficiencia en las industrias
demandantes (Ferrer, 2004, p. 189), ello conlleva a una inevitable caída
generalizada de los precios relativos del sector primario. Además a nivel
interno el agro (principalmente el pampeano) tuvo una baja tasa de crecimiento
afectando la tasa global y reduciendo el volumen físico de saldos exportables
con el crecimiento de la población y el consumo. Si a finales de la década de
1920 el 50% de la producción agropecuaria total se exportaba para los 60’s ese
valor se ubicaba en torno al 20%. Sin embargo, florecieron las economías
regionales orientadas al mercado interno en las zonas extrapampeanas.
Política fiscal: expansiva,
procíclica y progresiva
Los ingresos: diversificación y
modernización del sistema tributario
En
cuanto a los ingresos con que contaba el Estado, existieron varias novedades
durante las diferentes etapas en que se desarrolló el modelo ISI.
Con
la contracción del comercio internacional debido a la crisis de 1930, fue
necesario recurrir a nuevas modalidades de recaudación fiscal, más allá de los
ingresos aduaneros, para hacer frente al gasto público y los servicios de
deuda. En ese sentido, en 1932 se creó el impuesto al rédito de las personas
físicas (en línea con lo que sería un impuesto a las ganancias) y un impuesto a
las transacciones/ventas. Además, se avanzó hacia una centralización de la
estructura tributaria, unificándose en 1934 los impuestos internos y
centralizándose su recaudación en la administración nacional, en detrimento de
la recaudación de las provincias; en virtud de ello se implementó el primer
sistema de coparticipación. En esta misma línea, en 1949 se creó la DGI
(antecedente de la actual AFIP), lo cual significó un mayor control fiscal y
como consecuencia un aumento sostenido de la recaudación.
Por
otro lado, el Estado comenzó a tener una mayor incidencia en la administración
del comercio exterior, primero a través de la Junta de Granos (lo cual le
permitió tener otra fuente de ingresos por diferencia del tipo de cambio para
importaciones y exportaciones), y luego a través de la creación del IAPI en
1946. Sin embargo, a medida que se desarrollaba el ISI, la menor incidencia del
comercio exterior en la economía comenzó a dificultar paulatinamente la
obtención de divisas (necesarias principalmente para las importaciones de
insumos industriales o bienes intermedios), a la vez que el Estado ejercía una
importante protección arancelaria a la industria nacional.
Con
el advenimiento del desarrollismo durante el gobierno de Frondizi, se encaró la
búsqueda de capitales extranjeros como mecanismo de entrada de divisas; además
hubo una tendencia al aumento del endeudamiento externo para cubrir el déficit
fiscal. Durante la dictadura de Onganía, se modificó el esquema de aranceles y
retenciones. Y por último, durante el tercer gobierno peronista, se ensayaron
algunas reformas tributarias, algunas quedaron en fase de proyecto y unas pocas
se implementaron.

Fuente: Gaggero, 2005: 33
Fuente: Gaggero, 2005: 35
Fuente: Gaggero, 2005: 35
Los egresos: el Gasto del Estado
La
búsqueda de fuentes alternativas de financiamiento que enunciábamos más arriba,
tuvo que ver con la expansión del gasto público durante la mayor parte del
período, con la principal excepción de los primeros años de la década de 1930,
cuando hubo una restricción del gasto. El gasto público tendió a ser elevado, y
durante el peronismo este gasto se vinculó, en mayor medida, con la promoción
de la redistribución del ingreso por parte del Estado nacional.
El Estado en actividades productivas
y el desarrollo industrial
A
través de la nacionalización de servicios públicos (como trenes, telefonía,
electricidad), desde el peronismo en adelante el Estado aumentó su
participación en actividades productivas, así como en actividades financieras
(por ejemplo, con la promoción del crédito a través de diferentes entidades
bancarias estatales).
Política monetaria: predominantemente
expansiva.
Si
bien tendió a ser expansiva durante el período, en la política monetaria es más
clara la distinción entre las tres etapas del modelo de industrialización por
sustitución de importaciones.
En
la primera etapa, la política monetaria expansiva parece haber sido aplicada
más por necesidad que por convicción, ya que los conductores de la política
económica eran economistas ortodoxos. Luego de la crisis de 1930, ante la
necesidad de encarar un saneamiento del sistema financiero, se pone fin al
sistema de Caja de Conversión y se crea el Banco Central de la República
Argentina (1935), bajo un sistema mixto de capitales públicos y privados. Se
estableció un régimen de tipo de cambio administrado por el Estado, bajo un
sistema de control de cambios (desde 1936, con la participación del BCRA,
existió un doble tipo de cambio). El tipo de cambio se establecía en función de
las necesidades de la política económica. Como consecuencia de la política
monetaria aplicada, hubo un incremento de la oferta y circulación monetaria en
el período.
La
segunda etapa refleja una política monetaria claramente expansiva, aunque esta
característica mermó hacia el final del peronismo. Las principales
características fueron un sistema bancario con un BCRA nacionalizado, y una
política crediticia con fuerte participación estatal, a través de diferentes
bancos para fines específicos (Banco de la Nación Argentina, Banco Hipotecario
Nacional, Banco de Crédito Industrial, Caja Nacional de Ahorro Postal). Se
estableció una política de nacionalización de depósitos, con garantía estatal
sobre los mismos. Se redujo el costo del dinero operando sobre la tasa de
interés; asimismo fue un período de importante emisión monetaria, reducción de
las reservas internacionales y crecimiento de la inflación. Hay que resaltar
que en 1947 se canceló la deuda externa de ciclo largo, dentro de una política
de desendeudamiento externo que se sostendría hasta comienzos de la década de
1970.
Por
último, en la etapa desarrollista, en un contexto de fuerte inestabilidad
institucional y recambios de los elencos en la cartera económica, existen
momentos de política monetaria expansiva y otros en que se vuelve más
restrictiva, provocando un aumento de la tasa de interés, desestímulo a las
inversiones productivas, etc. Dentro de este marco de inestabilidad y de
vaivenes de la política económica, hubo algunos momentos con características
salientes como el gobierno de Illia, en el que hubo un retorno de una
orientación más expansiva-keynesiana, por ejemplo a través de la reforma de la
carta orgánica del BCRA (que había sido declarado autárquico por la Revolución
Libertadora) y alentando la expansión del crédito, disminuyendo la tasa de
interés, etc. Durante la dictadura de Onganía, se combinó una política de
ajuste económico con una política monetaria expansiva, lo que evitó un
escenario de recesión habitual en los ajustes económicos. Finalmente, durante
el tercer peronismo, se retornó a una política de controles sobre el tipo de
cambio durante la administración Gelbard.
Bibliografía
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